Apostar por un nuevo rumbo económico significa hacerlo por la conciliación entre “desarrollo económico, social y ambiental”. Desde ADICAE abogamos por volver a los criterios de un consumo económico básico, sin lujos excesivos, con un mayor nivel de exigencia en la adquisición de productos y servicios y apostando por la fuerza y la desconfianza como premisas básicas a la hora de tratar con las entidades financieras. Además es preciso que los consumidores se organicen colectivamente si quieren impulsar cambios sustanciales en la economía.
VUELTA AL CRITERIO “ECONÓMICO” EN EL COMPORTAMIENTO
Una de las primeras consecuencias de la crisis ha sido el deterioro en las vías de generación de recursos de las familias (paro, sobreendeudamiento…). Esto ha motivado que el “consumo ostentoso” (apariencia frente a los demás a través de las marcas de prestigio) deje paso a un “consumo básico” basado más en las “necesidades” (el concepto de necesidad depende de muchos condicionamientos sociales y económicos). La profunda crisis económica hace que el consumidor se defienda mediante el aumento del ahorro. Al reducirse el consumo éste se centra en lo más básico, desterrando las necesidades superfluas.
DESCONFIANZA DE LOS CONSUMIDORES
Además de las razones económicas, la desconfianza de los consumidores es una de las causas por las que se ha frenado el modelo consumo actual. La incertidumbre ante el entorno futuro hace que se pospongan decisiones de compra o inversión. Esta desconfianza tiene otras manifestaciones más intensas como temor e incertidumbre, lo que demuestra que los consumidores no son capaces de comprender los fenómenos que están sucediendo. Ello implica la enorme distancia que existe entre los consumidores, la ciudadanía y el poder político y económico-financiero. Y también puede explicar la mayor demanda de “más Estado” por parte de muchos ciudadanos, según algunas teorías.
MAYOR NIVEL DE EXIGENCIA
Consecuencia de la vuelta a los criterios económicos y mayor desconfianza, el consumidor se vuelve más exigente a la hora de adquirir productos y servicios, se informa más…. El dinero vuelve a “valorarse” después de muchos años en que su precio ha sido muy bajo. Al reducirse el presupuesto, los consumidores valoran más el dinero que tienen para consumir. Asimismo, el consumidor valora más los bienes: se reduce el ritmo al que el consumidor renueva sus bienes (por ejemplo el coche). Una de las manifestaciones de la racionalidad es el recurso a las nuevas tecnologías como canales para descubrir nuevas y mejores ofertas. Internet puede recibir un impulso como canal de distribución.
NUEVAS ACTITUDES EN EL ÁMBITO FINANCIERO
El nuevo consumidor debe adoptar una postura de fuerza y desconfianza ante los servicios bancarios. En este nuevo paradigma, las asociaciones de consumidores, como ADICAE, deben ser un referente para todos los consumidores. No puede volver a repetirse que durante estos años prácticamente el único canal de información para los consumidores haya sido la propia entidad bancaria. La responsabilidad del consumidor comienza por ser crítico pero debe continuar por una toma de conciencia de su fragilidad como elemento aislado.