Política versus economía: De cómo el poder configura estructuras que afectan a la defensa de los consumidores

Bajo el epígrafe ‘Perspectivas económicas y sociales de futuro para las familias’, dos profesores universitarios, uno de política y otro de economía, han debatido sobre el poder, sobre las estructuras de poder, sobre cómo política y economía se dan la mano para configurar una estructura que somete a la mayoría de los ciudadanos al arbitrio de unas pocas manos que detentan el poder. El politólogo y tertuliano televisivo Pablo Iglesias Turrión y el doctor y profesor en Económicas Gustavo Matías han dejado ideas clave en este Foro de Defensa de los Consumidores.

«Repartir el poder, quitarlo de las élites y repartirlo entre todos los ciudadanos». Este corolario resume la participación del profesor de Ciencias Políticas de la Complutense, Pablo Iglesias Turrión, que reconoce la necesidad de estudiar el poder. «Algunos dicen que el objeto de la política no es el poder. Pero en el caso de la economía hablamos específicamente del poder, la economía no funciona ajena a lo crucial de la política, que es tomar decisiones. Es imposible hablar de economía sin hablar de política, y viceversa. La ideología siempre influye en las cosas».

Pablo Iglesias, participante en numerosos programas televisivos desde una perspectiva progresista, refiere que desde finales de los 70 existe «el Partido de Wall Street, internacional, con una directiva que da instrucciones, que ha configurado un poder político que da cada vez más poderes a los sistemas financieros. Esta crisis, financiera, llevó al poder político a eso de ‘refundar el capitalismo’. Pero en EEUU se produce un golpe de estado, a cargo de este Partido de Wall Street, que indica que hay que salvar el sistema financiero y darle más poder, bajo la premisa de socializar pérdidas, que todos paguen la deuda de los bancos para mejorar el crédito como salida de la crisis».

Los resultados de todo ello, recuerda Iglesias, son bien llamativos: «Reformas laborales que empobrecen a la población, subida de los impuestos, eso sí, el IVA, que afecta más a los ciudadanos, reducción de pensiones, degradación de la sanidad y los servicios públicos, desempleo, pobreza…» Y las propuestas de solución: «¿Qué hay que hacer? Un patriotismo vinculado a la decencia, no a símbolos como Gibraltar. Garantizar la dignidad a la gente. Y una reforma fiscal redistributiva, que evite un fraude fiscal en buena medida responsabilidad de las grandes fortunas.

Por su parte, Gustavo Matías recuerda cómo las cifras económicas distan mucho del optimismo de los responsables políticos: «Estamos lejos de la recuperación, y estamos lejos porque la economía de las familias, tanto en renta como en riqueza, está muy deteriorada, no ofrece los fundamentos necesarios para que la recuperación sea un hecho». Acuerda Matías con Iglesias el establecimiento de una fiscalidad progresiva y solidaria que permita la transferencia y el reparto de las rentas y la riqueza.

Pero, más allá de eso, el economista llama a la participación: «Falta conciencia suficiente para querer ejercer poder, y cada uno asumir su cuota de poder o contrapoder que le corresponde. No surgen resistencias al poder. Es fundamental», continúa Gustavo Matías, «para facilitar esa política fiscal, la generación de contrapoderes; la opinión pública debería ser uno de ellos, ese cuarto poder a través de los medios. No tenemos una opinión pública adecuada. Se necesitan grandes controles, y transparencia adecuadas, y la conciencia de que cada acto individual es un acto económico.

Gustavo Matías recuerda que el modelo de la crisis actual, similar al de otras muchas anteriores, se basa en «unas élites que las provocan, en este caso por una sobreinnovación financiera que generó descontrol, a lo que se añadió una enorme falta de articulación y participación política, sobre todo en Europa, donde sufrimos, y seguiremos sufriendo, las consecuencias negativas de esta crisis».

adicae

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